20 de mayo de 2024

1545 año clave para la futura fundación de la región frailesca.
A pesar de que actualmente sabemos bastante sobre las poblaciones afrodescendientes del periodo virreinal y de la época actual, es poco lo que conocemos sobre lo que pasó con los afrodescendientes, libres o esclavos, una vez concluida la guerra de independencia. Se dijo al principio, es como si la esclavitud los afrodescendientes desaparecieron de la historia una vez terminado el proceso de independencia. De aquí resulta la relevancia de resaltar que en estos temas siguieron vigentes .
Por ello desde la llegada de los españoles a lo que actualmente es el valle de jiquipilas y Cintalapa allá por 1522 y hasta la primera mitad de 1600 , se establecieron haciendas enormes dónde se encontraban 2 jiquipilas la grande y la chica dedicada totalmente a la agricultura y Cintalapa, todo el valle dedicado a la ganadería y a la crianza y doma de caballos. En el censo poblacional de 1600 se dice que en estas 3 haciendas habían más de 530 esclavos hombres mujeres jóvenes niños dedicados a muchas tareas, labores domésticas, cuidado de niños, capataces, domadores de caballo, en sí, muchas labores desarrollaban los esclavos .
Fue en estos años cuando llegaron los frailes dominicos a los los valles de Cintalapa y Jiquipilas dónde fueron bien recibidos por los dueños españoles qué hacía más de 20 años estaban explotando las tierras chiapanecas. Aquí explican los frailes que encontraron dos haciendas llamadas Xiquipilas, dónde se sembraba frijol,maíz, sorgo, cacao, café, añil y la cosecha de miel, la caña de azúcar.
Mientras que en las haciendas de Cintalapa, se dedicaban a la ganadería, doma de caballos, charrería,
también encontraron cosas incalificables cómo el hambre , la suciedad, la pestilencia, el calor sofocante,la tortura, hombres encadenados.
En las haciendas de Jiquipilas el trato dado a los esclavos negros era «considerablemente» peor que el que sufrían los indios: al ser vendidos un hierro candente o carimbo que grababa las iniciales del propietario importador sobre la piel de los esclavos, en la espalda o en los hombros. Esto no sólo indicaba quién era el dueño, sino que se trataba de una transacción legitimada por la ley. Luego los esclavos y las esclavas eran encerrados en barracones oscuros e insalubres, atados con cadenas hasta proceder a la venta. Una vez adjudicados, debían ponerse de nuevo en camino hasta su destino. El nuevo amo solía volver a carimbarlos para establecer su propiedad de manera fehaciente.

El trato que recibían en las plantaciones y residencias era por lo común despiadado. Se les castigaba severamente por cualquier desobediencia… A pesar de esto, se rebelaban y escapaban, creando palenques o campamentos de cimarrones, contra los cuales los propietarios lanzaban a los rancheadores con sus perros de presa.



Las labores forzadas a las que eran sometidas las personas africanas eran muy diversas y dependían de los intereses y ocupaciones de quienes los compraban y se ostentaban como sus “amos”. Los quehaceres iban desde labores domésticas, tareas en plantaciones y funciones como pajes (en el caso de los niños y niñas), hasta esclavos que eran instruidos en un oficio para otorgar las ganancias generadas por su trabajo a sus amos.
Los esclavos se adquirían para manifestar el lujo y la riqueza de una persona pero también para
servir y trabajar. Esta era su principal función y necesariamente debían cumplirla.
El grupo esclavo que habitaba en las haciendas de las Xiquipilas forma en cada una de ellas su ocupación en los oficios dedicados a las labores del campo, de la construcción, del cuero, de la alimentación y en todos aquellos trabajos considerados viles y despreciables. Era, por tanto, un valioso ayudante en el taller, en la obra. Proporcionaba un beneficio más o menos importante al dueño y lograba en muchos casos como recompensa aprender un oficio y por supuesto su actividad le permitía conocer la vida y costumbres de la sociedad en que vivía, que de alguna manera podría facilitarle su integración cuando llegase el momento, si llegaba de ser libre.
Las mujeres especialmente se dedicaban al empleo doméstico. Eran las encargadas de efectuar todas las labores de la casa. Cuidaban además de los hijos e hijas de su amo ejerciendo, por tanto, el papel de nodrizas. Actuaban como criadas sin disfrutar de la condición de libres ni del sueldo que éstas obtenían. Se las mantenía y se las vestía, generalmente con las ropas usadas de su ama. Por otro lado, asistían a su dueña como bordadoras y costureras. En muchas ocasiones los varones también se utilizaban en las tareas domésticas, aunque en menor grado que las hembras. Resultaba más común servirse del esclavo como recadero, aguador o simplemente como mozo del amo que puede mandarle hacer toda clase de cosas.
Según sea la profesión del amo se puede saber el empleo del esclavo. En este sentido, los hacendados que adquirían esclavos lo hacían para que trabajaran como aprendices en sus campos sin destinarles remuneración por ello. Entre todos los oficios secundarios, son los esparteros los que más frecuentan el mercado de esclavos. De esta manera, los hacendados evitaban la molestia de tener que pagar a trabajadores libres al disponer de una mano de obra esclava que, obligatoriamente, debía serles fieles si querían recuperar algún día su libertad.


Los negros ejercían trabajos de toda índole y los más despreciados socialmente. Negros que arriendan asnos para colocarse como aguadores proveyendo de agua a sus amos, o bien trabajando independientemente con una cuba, son abundantes en esta época. Los esclavos negros, por lo general, son recaderos de su dueño y trabajaban en todos aquellos oficios a que se les destinaban. Así, por ejemplo, los hallamos como grumetes al lado de su patrón, que suele ser un maestro o un piloto.
En el mercado de Cintalapa había muchos esclavos que vendían toda clase de artículos alimenticios, especialmente vinagre . Con frecuencia aparecen también en los protocolos notariales esclavas que practicaban la prostitución, comerciando con sus cuerpos y exponiéndose a las iras del amo que las repudiaba entregándolas a la justicia. En algunos contratos de compra-venta se suele indicar con toda claridad que la esclava es prostituta para que el nuevo dueño lo sepa. A juzgar por el número de hembras esclavas que se encontraban detenidas en los palenques de estas haciendas, no es de extrañar que la prostitución estuviese bastante extendida entre la población esclava, y sobre todo entre las mujeres esclavas que han sido liberadas y no han podido colocarse.

Asimismo, algunas interpretaciones históricas se refieren a los africanos como la tercera raíz de la sociedad mexicana; sin embargo, estas posturas piensan y reducen a los afromexicanos a un pasado integrado en el mestizaje, como si en el presente el pueblo africano y sus comunidades no tuvieran presencia a lo largo del extenso territorio mexicano, como si no fueran sujetos políticos y de derechos que forman parte y contribuyen a nuestra sociedad.
, economía y sociedad de la Nueva España han sido objeto de múltiples análisis en vista de comprender mejor que las formas de estratificación social basadas en el racismo no forman del todo parte del pasado y que la historia es constitutiva de la sociedad mexicana, tanto en su rica diversidad cultural como en sus arraigadas desigualdades sociales.
Un ejemplo de estos esfuerzos es el emprendido por María Elisa Velázquez Gutiérrez, importante antropóloga e investigadora en materia de historia y cultura de mexicanos y mexicanas de ascendencia africana. Entre las publicaciones de Velázquez Gutiérrez destacan Mujeres de origen africano en la capital novohispana, siglos XVII y XVIII (2006); Juan Correa, mulato libre, maestro de pintor (1998); Mujeres africanas y afrodescendientes: experiencias de esclavitud y libertad en América Latina y África (2016); así como Debates históricos contemporáneos: africanos y afrodescendientes en México (2011).
Retomando los acontecimientos en estos valles, los frailes dominicos en 1545 por medio de Bartolome de las Casas, hicieron la petición a España para que se les autorizara la adquisición de tierras al sur poniente del valle de Cintalapa y fundar en ellas haciendas catòlicas y realizar las prácticas religiosas con los esclavos que les acompañaban.
A finales de 1545, parten del valle 8 frailes dominicos, negros y mulatos libres, esclavos con marcas de dueños que los donaron y que de inmediato los frailes dieron libertad, parten con rumbo al sur para la adquisición de tierras, acompañados de caballos, mulas, ganado bovino y lanar que los hacendados dieron a los frailes para inicio de esta aventura.
Seducidos por el ardor apostólico de Fr. Bartolomé de las Casas, salen dispuestos a conquistar para Cristo el más preciado tesoro del sur del valle: las almas de los indios.( que suponían encontrarìan ) Después, en su larga travesía,. Atrás dejan, su vida confortable en sus conventos para protagonizar una de las más heroicas odiseas misionales que registra l en todo ideal apostólico diseñado por Cristo (cf Lc. 10,4), en la más estricta pobreza y observancia religiosa, no llevan más que lo puesto, un bastón, el ajuar imprescindible, libros para el rezo y el ministerio , para transportar esos enseres y los posibles enfermos graves. Andando a pie de cuatro a cinco leguas por día, atraviesan parte de Jiquipilas, en busca de valles mas allá de las montañas tuvieron que superar trabajos, penalidades y peligros increíbles e incontables. Sólo unos hombres , templado por el ardiente fuego del amor de Dios y de las almas, son capaces de arrostrar tantos y tamaños sacrificios.
Cuando cruzaron las montañas adentrándose al sur poniente de Jiquipilas, la admiración cautivò a frailes y esclavos y de inmediato dieron nombre de acuerdo a sus lenguas, los frailes de inmediato la nombraron PORTACELLI que en español quiere decir ENTRADA AL CIELO, por su parte los esclavos la nombraron VOUTILINOCO que quiere decir ENTRADA AL CIELO, al observar la majestuosidad de sus montañas, ríos y arroyos que regaban esos vergeles, ahì termina la primera de doce aventuras en una parte de lo que hoy es Cristobal Obregòn, en ese asentamiento los frailes le pusieron nombre SAN JOSE y en agradecimiento o reconociendo que el 95% eran negros y mulatos o esclavos libres la llamaron como hasta hoy se conoce SAN JOSE DE LOS NEGROS, (hacienda que a través de 300 años ha sido fraccionada muchas veces y de aquella extensión de casi 460 caballerìas hoy forman parte de ejidos y una fracción queda para las familias que hoy la ocupan )
Esta hacienda dominica fuè el bastiòn de los frayles, en poco tiempo empezaron a cultivar maíz, frijol, caña de azúcar, y la ganadería vacuno y lanar empezó a desarrollarse, muchos esclavos libres sabían de herreria, carpinterìa y la construcción de carretones para carga, eso ayudò a los frailes para iniciar la transportación de los productos al valle de Cintalapa, ocasionando que en pocos años las cantidades de tierras cultivables crecieran y la ganadería creciera generando riquezas a la iglesia, y, en diez años siguientes en 1557 adquirieran mas tierras y fundar ahí, la hacienda que sería la rectora de las doce que llegarían a tener y que le pusieron por nombre SAN LUCAR en honor del puerto donde sarpara Fray Bartolome de las Casas, obispo de San Critobal. SAN LUCAR DE BARRAMEDA.



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